Una buena ventilación y abundante luz natural permiten que los niños se concentren mejor, y por lo tanto, que favorezca su aprendizaje. Además, una ventilación frecuente contribuye a reducir el riesgo de alergias siendo la mala calidad del aire uno de los factores que influyen en su aparición. Los niños en particular son especialmente vulnerables a estas afecciones y sus zonas de juego y habitaciones contienen a menudo sustancias - en juguetes de plástico y equipos electrónicos - que no favorecen la buena calidad del aire.