"El piso superior tenía mucho espacio, con una cocina y dos pequeñas habitaciones adicionales encima y era muy oscuro", explica Jonas Ibfelt. Para hacer realidad un sueño, la familia se puso en contacto con un arquitecto, quien contribuyó a convertir los viejos y oscuros espacios en habitaciones luminosas y funcionales. Contar con el arquitecto fue una buena idea, ya que, aunque la familia tenía sus propias ideas, se beneficiaron de tener un profesional que se ocupara del proyecto.